jueves, 3 de diciembre de 2015

La pasajera de Monte Carmelo



Quienes circulan de noche desde Los Cacaos hasta el puente del ron, en la Mesa del Palmar parroquia Monte Carmelo, lo hacen con mucho cuidado, de hecho hay personas que hasta pasan rezando. Y es que el fantasma de una mujer suele aterrorizar a quienes circulan por ese tramo en horas de la noche o de la madrugada.
Cuenta la leyenda que los conductores ven a una persona parada en la orilla de la carretera, y cuando miran por el retrovisor se percatan que hay una mujer sentada en el asiento de atrás y aquellos que volteen a mirarla directamente o se atrevan a hablarle pueden morir de causas desconocidas.

Las personas, en su mayoría hombres, que han pasado por la terrorífica experiencia cuentan que cuando el espíritu invade el vehículo este se pone pesado, como si llevara un par de piedras a bordo. Algunos hasta afirman que se les han espichado los cauchos o roto el tren delantero por el exceso de peso.
La mejor manera de evitar que el espíritu se monte en el vehículo es no sentir temor y confiar en Dios y la Virgen.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La casa encantada de Sabaneta



Quienes circulan con sus vehículos por la vía a Sabaneta, en el municipio Trujillo, miran con recelo, temor y curiosidad una casa en apariencia abandonada, porque hay quienes dicen que tiene habitantes del más allá.
La joven trujillana Vanessa Rangel relata que según le han contado, hace muchos años en esa edificación vivía una familia. “Eran unos hacendados o algo así, tenían muchos terrenos supuestamente. Al parecer todos querían vender la propiedad excepto una persona. El tiempo pasó y todos murieron, pero misteriosamente nadie puede habitar ese lugar después de eso”.
“Dicen que ahí sale una mujer, es preferible no pasar después de las once de la noche por esa carretera porque puede que el carro se te apague cuando pases por esa casa. Y si tú ves que sale una mujer por la puerta ¡Ni la mires! Ella se sienta en una piedra y hasta que no se va, el carro no te vuelve a prender. Y si tú te burlas y la miras ella se mete al carro a espantarte”, cuenta Rangel.
Por su parte, Miguel Andrade asegura haber pasado en varias ocasiones por el lugar y ver luces encendidas. De hecho, afirma que él ha detenido su vehículo cerca de la casa para bromear con sus acompañantes.
Así que están advertidos quienes transitan por esa carretera. Se recomienda hacer lo que aplican la mayoría de los trujillanos en esos casos: encomendarse a Dios y a la Virgen.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Una visita inesperada

“Recuerdo como si fuera ayer la noche del 10 de octubre de 1998, la experiencia que tuve en esa fecha cambió totalmente mi forma de ser y pensar”, cuenta Gleyda, una mujer que ha vivido desde su nacimiento en el municipio Valera.
“Cuando yo era adolescente vivía con mi familia cerro arriba. Todo era muy tranquilo, pero para nuestra mala suerte el hijo de la vecina andaba en malos pasos, el muchacho consumía y olía cosas raras y a veces robaba por ahí. Cuando uno pasaba cerca de él se podía sentir el olor a droga”, relata Gleyda.
“Un día, no recuerdo si fue el 5 o 6 de octubre, encontraron al chico muerto de una sobredosis. Me acuerdo clarito que mi vecina lloraba desconsoladamente y la casa se le llenó de gente dándole el pésame”.
“A los días del entierro, precisamente el 10 de octubre de 1998, yo estaba acostaba, ya me había quedado dormida, cuando de repente me desperté con escalofríos. Sentí que alguien se sentó en mi cama, yo quería abrir los ojos pero no podía, sentía mi cuerpo pesado y no me podía mover. Ahí mismo empezó a oler a hierba, el mismo olor que se respiraba cuando uno le pasaba al difunto por el lado”.
“Así pasaron como 10 minutos, hasta que se pararon  y pude abrir los ojos y levantarme. Salí corriendo a donde mi mamá. Ella me dio agua con azúcar y me dijo que rezara mucho, que esa seguro era el alma de finado que andaba por ahí todavía”.
“Antes de esa experiencia yo era una persona muy incrédula de todas esas cosas de fantasmas y espíritus. Pero desde ese día soy respetuosa de los muertos y me alejo de todo lo que tenga que ver con brujerías. Lo mejor es encomendarse siempre a Dios”, finalizó Gleyda.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

La muchacha y la maldición



“Hace 18 años estudiaba en el liceo Pedro García Leal. Yo era una muchacha tranquila y alegre, disfrutaba compartir con mi familia y amigos. Lamentablemente una travesura de la adolescencia me tuvo atormentada por cinco años”, cuenta Karen, habitante del municipio Valera.
“Todo comenzó cuando decidí ir a curiosear algo que iban a hacer mis amigas. Después de ese día me cayó una maldición encima. En cualquier momento, de cualquier día, de repente veía la sombra de un hombre y rompía en llanto. Mi familia estaba preocupada, nadie entendía que me pasaba, mucha gente dejó de pasar tiempo conmigo porque mis ataques de llanto eran incontrolables e incómodos. Fueron unos años terribles para mí”.
“Mis papás me llevaron a varios doctores, fuimos al neurólogo, oftalmólogo, internista, endocrinólogo y hasta a un psicólogo; pero ninguno daba con la causa de mi problema. Una vecina sugirió que visitáramos a un santero, fuimos y nos dijo lo que era evidente: que un espíritu malo me perseguía. Me mandó unas ramas y unos bebedizos, pero no tuvieron efecto”.
“Después de unos dos años ya estaba acostumbrada a ver la sombra del hombre, pero el llanto seguía siendo incontrolable. Tres años después Dios me envió la bendición de quedar embarazada, el día antes de tener a mi hija fue la última vez que vi  la sombra, después que tuve a la bebé en mis brazos todo fue felicidad”.
Karen confiesa que aquella vez que salió con sus amigas vio como ellas jugaban a la güija. “Supongo que eso atrajo al espíritu que me perseguía. Nunca más quiero tener nada que ver con ese tablero del diablo. Por andar de averiguadora ese día siento que viví 5 años en el infierno”, culmina su relato.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Carmen y los fantasmas

En el municipio San Rafael de Carvajal vive una joven de veintitantos años llamada Carmen. En apariencia es una mujer como cualquier otra, pero la verdad es que tiene un talento especial: puede ver espíritus.
Todo comenzó cuando Carmen era apenas un bebé. Su mamá cuenta que con frecuencia se reía mirando a las paredes o el techo y a veces lloraba sin razón alguna.
“Siempre recuerdo que cuando ella tenía 6 años fuimos al velorio de una vecina y ella se me acercó y me dijo: Mami la señora que estaba dormida en la caja se levantó y empezó a mirar a todo el mundo”, confiesa la mamá de Carmen.
Por su parte, Carmen asegura no sentir miedo cuando ve a un fantasma. “No todo el tiempo los veo, es a veces, he ido a muchos velorios y cementerios y no he visto nada. Me da cierto sustico es cuando los veo vestidos de negro, porque dicen que esos son espíritus malos en busca de almas”.
“Una de las cosas que siempre recuerdo en cuando hace años estaban operando a mi hermano de emergencia porque se había caído. Yo estaba muy asustada y de repente vi la figura de un hombre vestido de blanco. Yo sentí que se me caía el mundo porque pensé que era mi hermano que se había muerto, pero resulta que no. Todo salió bien gracias a Dios. Yo supongo que vi fue al ángel que lo estaba cuidando”.

Carmen afirma que no le cuenta a todas las personas las cosas que ve, “muchos me han dicho mentirosa, otros son tan falta de respeto que me dicen bruja. Y yo soy una persona creyente en Dios, cuando veo a un muerto lo que hago es rezar por su descanso eterno”.

jueves, 22 de octubre de 2015

El enviado del Diablo


Algunos le dicen mandingas, el demonio, Lucifer, otros en señal de temor prefieren no nombrarlo. Estamos hablando del Diablo, un ser sobrenatural, maligno, adversario de Dios y tentador de los hombres.
Una abuela trujillana nos contó la historia de un acontecimiento que le ocurrió hace unos 35 o 38 años, cuando vivía en una zona céntrica de Valera con su familia:
“Yo vivía en los alrededores de donde hoy está el Hospital de Valera. Vivía con mis 4 hijos solteros porque en esa época solo el mayor se había casado y tenía una hija. Yo me quedaba todos los días con mi nieta y me acuerdo cuando un día un hombre muy alto vestido todo de blanco tocó la reja de la casa”.
“En esos tiempos todo era más seguro y uno le abría la puerta a cualquiera. El hombre me ofreció unas lochas si le guardaba un saco, la única condición era que pasara lo que pasara yo no debía ver el contenido del bojote. El hombre puso el saco en el cuarto y se fue”, cuenta la señora.
“Todo el día yo sentí como un frío en toda la casa y mi nieta no dejaba de llorar. Me empezó a dar miedo lo del saco y no aguanté y lo revisé. Se me pararon todos los pelos cuando vi que lo que había era un poco de huesos de gente. De una vez corrí, agarré el rosario y empecé a rezar”.
“Como a las tres de la tarde llegó el hombre, yo le abrí como si nada y él me miró y me dijo: Usted faltó a su compromiso y miró lo que había en el saco, yo venía a matarla a usted por eso, pero no puedo porque tiene a la niña cargada y un rosario en la mano”.
“Ese tipo era un enviado del que te conté (el Diablo), desde ese día me volví más creyente que nunca y todos los días rezo el rosario”, finaliza la abuela.


Los velorios y la noche

En el estado Trujillo, especialmente en las zonas rurales, se realiza todo un ritual para velar a los difuntos. La historia de esta semana trata sobre las consecuencias que puede tener irrespetar estos rituales de despedida de los seres queridos.
El artista popular Salvador Valero contaba que en un sector llamado Jirajara, en el municipio Escuque, una vez estaban velando a un señor y ya en la noche llegó un hombre borracho a rezar, quien al cabo de un rato dijo que se iba para su casa.
“Algunos del velorio le dijeron que no se fuera, que mirara que cuando se está velando a un difunto era muy malo abandonar el velorio; que se podía ir cuando empezara a rayar el día, porque a las ánimas no les agradaba que los que acompañaban al cuerpo se retiraran pronto”, relataba Valero.
El borracho ignoró la advertencia y se fue. “Había pasado un rato de la partida del hombre cuando los que rezaban oyeron unos alarmantes gritos en mitad del cafetal. Algunos hombres se dispusieron a ir a ver qué le había pasado al hombre. Salieron alumbrándose con velas dentro de los faroles, llegaron al pie de un enorme bucare donde encontraron al borracho tendido como si estuviera muerto”.
“Lo recogieron y se lo llevaron para la casa donde había el velorio, y a fuerza de fricciones y de darle a oler cosas espirituosas lo hicieron volver en sí. Entonces el hombre pudo hablar y les contó: él iba tranquilo cuando al pasar cerca del bucare había visto a un hombre parado en mangas de camisa con la espalda hacia él y que él se le fue con el garrote levantado diciéndole: De parte de Dios, diga si es vivo o muerto”.
“Entonces el hombre volteó y encarándose con él le dijo: Yo soy el que usted dejó allá, dentro de una urna y que por un capricho no quiso acompañarme esta noche. Cuando el hombre le dijo eso, él cayó al suelo con un frío muy grande y no supo más de él. Después, decían que este hombre jamás abandonó velorio a donde iba”, finalizaba Salvador Valero su historia.

Así que recomendamos ser muy respetuosos al momento de ir a un velorio, no vaya a ser que le toque un ánima con mal carácter y se lleve un susto. 

Brujas: En Trujillo de que vuelan, vuelan

Continuando con la preservación de la cultura oral trujillana, en esta edición escribiremos algunas historias que tratan sobre las leyendas de Brujas, a estos  personajes femeninos se les atribuyen poderes malignos de encantamientos. Algunos dicen que son mujeres con apariencia corriente, otros afirman que tienen rasgos propios de animales como los perros, gatos, caballos y cerdos.
La señora Ana Molina, quien vive en el municipio San Rafael de Carvajal, cuenta: “Yo tenía como 10 años, como 10, 11 años, y el dueño de la finca donde yo vivía tenía caballos. Y esos caballos de noche eso era corriendo y corriendo. Y uno se asomaba afuera, y uno no veía los caballos, pero el alboroto de las gallinas y los perros eso era toda la noche. Y uno salía pa´ fuera y todo en calma, tanto los perros como las gallinas. Uno durmiendo y el alboroto de esas gallinas cantando y uno salía pa fuera, ¡pero uno sólo no! Acompañado de dos o tres, y todo quieto, todos los animales durmiendo. Y al otro día amanecía y estaban todos los caballos ensopaitos y el pelo ese que les cae a ellos de lado, bueno eso era lleno de clinejas que uno no las podía quitar ni pa´lante ni pa´tras, uno no podía desenredar eso, lo raro era que en la tarde ya no tenían nada. Eso decían que era una bruja, y que ella misma los enredaba y los desenredaba”.
Por su parte, el señor Pedro José, quien tiene 71 años de edad y ha vivido desde que nació en el municipio Trujillo, narra: “Mi compadre Venancio tenía antes una casa en Motatán, ¡Ay eso madre casa!, uno iba y había un madre árbol que echaba fresquito con las hojas. Bueno, un día mi compadre Venancio de noche oyó un ruido ¡Saass! Y cuando se asomó era una bruja, eso y que era una bicha muy fea, tenía la cara de caballo. Y bueno la bruja le hacía puras clinejitas en el pelo y él ni se daba cuenta y hubo una noche que le hizo clinejas junto al pelo de la mujer de él. En la mañana estaban los dos pegaos por la cabeza, la mujer se tuvo que trozar el pelo. Si, así fue”.

Estos relatos contienen solo dos versiones de las creencias del pueblo trujillano, hay algunos que no creen que las brujas existan, otros aseguran haberlas visto en acción y unos pocos se limitan a decir: “de que vuelan, vuelan”.