lunes, 7 de marzo de 2016

La niña y sus misteriosas amistades

Hace algunos meses vivía en el sector Las Adjuntas del municipio Trujillo una niña, a quien llamaremos Yuri para reservar su verdadera identidad. Una tarde ella decidió irse a bañar a la quebrada de Ramos.
“La pequeña mientras se bañaba en el río hablaba como si estuviera rodeada de amigos, decía nombres y todo. De repente su mamá salió a buscarla, pero la niña no se quería ir de la quebrada, expresaba que sus amiguitos estaban ahí jugando con ella. La mamá se asombró mucho por la imaginación de su hija, pues en realidad Yuri estaba sola”, nos relata una joven cercana a la familia.
“La niña antes de irse a la quebrada buscaba tazas y pañuelos para bañar a sus amiguitos. La mamá que la observaba atenta, veía como Yuri llenaba los vasos de agua y se los echaba encima a los acompañantes imaginarios”.
“Un día la muchachita desapareció inexplicablemente durante media hora, los padres preocupados comenzaron a buscarla por todos lados hasta que finalmente apareció. Mientras le contaban lo ocurrido a un señor de edad avanzada, este les preguntó que si la niña había sido bautizada, a lo que los padres contestaron que no”.


“El anciano les explicó a los padres que los niños no bautizados eran más sensibles a contactar con demonios y espíritus.  Por esto decidieron bautizar a Yuri lo más rápido posible, luego de que lo hicieron la niña lloraba porque sus amiguitos no llegaron a jugar con ella nunca más”.
“La gente del sector llegó a la conclusión de que en esa quebrada salían momoyes y que eran estos los que jugaban con la niña”, finaliza la joven el relato.
Así que quienes no hayan bautizado a sus niños tengan mucho cuidado cuando estén cerca de quebradas o lagunas, porque recuerden que los momoyes son bastante bromistas y les gusta darle un susto a cualquiera.

sábado, 13 de febrero de 2016

La vecina chismosa recibió una advertencia

Hace algunos años vivía en el sector Caja de Agua, del municipio Valera, una señora llamada Thelma, quien tenía mucho tiempo libre y se la pasaba pegada a la ventana de su casa averiguando y escuchando conversaciones ajenas.
Cuentan los vecinos que en ocasiones tenían peleas con la señora, pues ella iba hasta sus casas a contar cosas que había escuchado. “Una vez tuvo un problema con el señor Casimiro, porque ella fue y le dijo a la esposa de él que la razón por la que el hombre había llegado tarde el día anterior era porque estaba bebiendo, y no trabajando como él le había dicho”.
“Eso se formó madre problema, el señor Casimiro le dijo de chismosa para arriba”, nos relató la señora Juana M, habitante del sector.
“Resulta que un día Thelma escuchó mucho cuchicheo en la calle, y como era su costumbre salió a la ventana a ver qué ocurría. Resulta que vio pasar un entierro, había mucha gente vestida de negro con velas en la manos”.
“Para su sorpresa un grupo de personas se le acercó y le dijeron: Si usted no deja lo chismosa y lo averiguadora la próxima que va a estar en la urna va a ser usted. Y en el momentico que ella se echó para atrás y cerró los ojos todo el grupo de gente desapareció”.
“Desde ese día esa mujer no se volvió a ver por esa ventana, salía era a puro comprar los corotos de la casa. Ese aviso fue santo remedio” dijo Juana M.
Así que aquellas personas que están pendientes de lo que no les interesa, deben tener cuidado con recibir una advertencia del más allá, porque recuerden que de que vuelan, vuelan.

domingo, 24 de enero de 2016

El fantasma celoso




El artista popular trujillano, Salvador Valero, quien tenía un amplio repertorio de mitos y leyendas de nuestra región, era muy creyente de las almas que quedaban en pena.

En esta ocasión les traemos el relato de un hombre celoso, quien más allá de la muerte seguía al pendiente de su mujer.

“Por allá, una vez había una señora que había quedado viuda. Pero como era joven, en su viudez, se le arrimó otro pollo para enamorarla. Y una noche muy oscura en que el pollo iba muy tranquilo a hacerle compañía a su amante, dizque de pronto vio al difunto marido parado en la puerta de la casa”, cuenta Valero.

“El hombre que iba, al reconocer al difunto quiso correr pero sus piernas le fallan y fue alcanzado por el muerto que lo agarró por un brazo y dizque le dijo: No te metas con mi mujer porque ella todavía me pertenece y no te mato porque no tengo permiso de matar a nadie”.

“El enamorado cuando el muerto se retiró se fue para su casa donde se juró para siempre no enamorar a más viudas”.

Así que nuestros lectores del sexo masculino deben tener cuidado con a quien pretenden, no vaya a ser que se lleven un buen jalón de orejas de parte de vivos o como leímos aquí de algún muerto.

jueves, 3 de diciembre de 2015

La pasajera de Monte Carmelo



Quienes circulan de noche desde Los Cacaos hasta el puente del ron, en la Mesa del Palmar parroquia Monte Carmelo, lo hacen con mucho cuidado, de hecho hay personas que hasta pasan rezando. Y es que el fantasma de una mujer suele aterrorizar a quienes circulan por ese tramo en horas de la noche o de la madrugada.
Cuenta la leyenda que los conductores ven a una persona parada en la orilla de la carretera, y cuando miran por el retrovisor se percatan que hay una mujer sentada en el asiento de atrás y aquellos que volteen a mirarla directamente o se atrevan a hablarle pueden morir de causas desconocidas.

Las personas, en su mayoría hombres, que han pasado por la terrorífica experiencia cuentan que cuando el espíritu invade el vehículo este se pone pesado, como si llevara un par de piedras a bordo. Algunos hasta afirman que se les han espichado los cauchos o roto el tren delantero por el exceso de peso.
La mejor manera de evitar que el espíritu se monte en el vehículo es no sentir temor y confiar en Dios y la Virgen.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La casa encantada de Sabaneta



Quienes circulan con sus vehículos por la vía a Sabaneta, en el municipio Trujillo, miran con recelo, temor y curiosidad una casa en apariencia abandonada, porque hay quienes dicen que tiene habitantes del más allá.
La joven trujillana Vanessa Rangel relata que según le han contado, hace muchos años en esa edificación vivía una familia. “Eran unos hacendados o algo así, tenían muchos terrenos supuestamente. Al parecer todos querían vender la propiedad excepto una persona. El tiempo pasó y todos murieron, pero misteriosamente nadie puede habitar ese lugar después de eso”.
“Dicen que ahí sale una mujer, es preferible no pasar después de las once de la noche por esa carretera porque puede que el carro se te apague cuando pases por esa casa. Y si tú ves que sale una mujer por la puerta ¡Ni la mires! Ella se sienta en una piedra y hasta que no se va, el carro no te vuelve a prender. Y si tú te burlas y la miras ella se mete al carro a espantarte”, cuenta Rangel.
Por su parte, Miguel Andrade asegura haber pasado en varias ocasiones por el lugar y ver luces encendidas. De hecho, afirma que él ha detenido su vehículo cerca de la casa para bromear con sus acompañantes.
Así que están advertidos quienes transitan por esa carretera. Se recomienda hacer lo que aplican la mayoría de los trujillanos en esos casos: encomendarse a Dios y a la Virgen.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Una visita inesperada

“Recuerdo como si fuera ayer la noche del 10 de octubre de 1998, la experiencia que tuve en esa fecha cambió totalmente mi forma de ser y pensar”, cuenta Gleyda, una mujer que ha vivido desde su nacimiento en el municipio Valera.
“Cuando yo era adolescente vivía con mi familia cerro arriba. Todo era muy tranquilo, pero para nuestra mala suerte el hijo de la vecina andaba en malos pasos, el muchacho consumía y olía cosas raras y a veces robaba por ahí. Cuando uno pasaba cerca de él se podía sentir el olor a droga”, relata Gleyda.
“Un día, no recuerdo si fue el 5 o 6 de octubre, encontraron al chico muerto de una sobredosis. Me acuerdo clarito que mi vecina lloraba desconsoladamente y la casa se le llenó de gente dándole el pésame”.
“A los días del entierro, precisamente el 10 de octubre de 1998, yo estaba acostaba, ya me había quedado dormida, cuando de repente me desperté con escalofríos. Sentí que alguien se sentó en mi cama, yo quería abrir los ojos pero no podía, sentía mi cuerpo pesado y no me podía mover. Ahí mismo empezó a oler a hierba, el mismo olor que se respiraba cuando uno le pasaba al difunto por el lado”.
“Así pasaron como 10 minutos, hasta que se pararon  y pude abrir los ojos y levantarme. Salí corriendo a donde mi mamá. Ella me dio agua con azúcar y me dijo que rezara mucho, que esa seguro era el alma de finado que andaba por ahí todavía”.
“Antes de esa experiencia yo era una persona muy incrédula de todas esas cosas de fantasmas y espíritus. Pero desde ese día soy respetuosa de los muertos y me alejo de todo lo que tenga que ver con brujerías. Lo mejor es encomendarse siempre a Dios”, finalizó Gleyda.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

La muchacha y la maldición



“Hace 18 años estudiaba en el liceo Pedro García Leal. Yo era una muchacha tranquila y alegre, disfrutaba compartir con mi familia y amigos. Lamentablemente una travesura de la adolescencia me tuvo atormentada por cinco años”, cuenta Karen, habitante del municipio Valera.
“Todo comenzó cuando decidí ir a curiosear algo que iban a hacer mis amigas. Después de ese día me cayó una maldición encima. En cualquier momento, de cualquier día, de repente veía la sombra de un hombre y rompía en llanto. Mi familia estaba preocupada, nadie entendía que me pasaba, mucha gente dejó de pasar tiempo conmigo porque mis ataques de llanto eran incontrolables e incómodos. Fueron unos años terribles para mí”.
“Mis papás me llevaron a varios doctores, fuimos al neurólogo, oftalmólogo, internista, endocrinólogo y hasta a un psicólogo; pero ninguno daba con la causa de mi problema. Una vecina sugirió que visitáramos a un santero, fuimos y nos dijo lo que era evidente: que un espíritu malo me perseguía. Me mandó unas ramas y unos bebedizos, pero no tuvieron efecto”.
“Después de unos dos años ya estaba acostumbrada a ver la sombra del hombre, pero el llanto seguía siendo incontrolable. Tres años después Dios me envió la bendición de quedar embarazada, el día antes de tener a mi hija fue la última vez que vi  la sombra, después que tuve a la bebé en mis brazos todo fue felicidad”.
Karen confiesa que aquella vez que salió con sus amigas vio como ellas jugaban a la güija. “Supongo que eso atrajo al espíritu que me perseguía. Nunca más quiero tener nada que ver con ese tablero del diablo. Por andar de averiguadora ese día siento que viví 5 años en el infierno”, culmina su relato.