Algunos le dicen mandingas,
el demonio, Lucifer, otros en señal de temor prefieren no nombrarlo. Estamos
hablando del Diablo, un ser sobrenatural, maligno, adversario de Dios y
tentador de los hombres.
Una abuela trujillana nos
contó la historia de un acontecimiento que le ocurrió hace unos 35 o 38 años,
cuando vivía en una zona céntrica de Valera con su familia:
“Yo vivía en los alrededores
de donde hoy está el Hospital de Valera. Vivía con mis 4 hijos solteros porque
en esa época solo el mayor se había casado y tenía una hija. Yo me quedaba
todos los días con mi nieta y me acuerdo cuando un día un hombre muy alto
vestido todo de blanco tocó la reja de la casa”.
“En esos tiempos todo era
más seguro y uno le abría la puerta a cualquiera. El hombre me ofreció unas
lochas si le guardaba un saco, la única condición era que pasara lo que pasara
yo no debía ver el contenido del bojote. El hombre puso el saco en el cuarto y
se fue”, cuenta la señora.
“Todo el día yo sentí como
un frío en toda la casa y mi nieta no dejaba de llorar. Me empezó a dar miedo
lo del saco y no aguanté y lo revisé. Se me pararon todos los pelos cuando vi
que lo que había era un poco de huesos de gente. De una vez corrí, agarré el
rosario y empecé a rezar”.
“Como a las tres de la tarde
llegó el hombre, yo le abrí como si nada y él me miró y me dijo: Usted faltó a su compromiso y miró lo que
había en el saco, yo venía a matarla a usted por eso, pero no puedo porque
tiene a la niña cargada y un rosario en la mano”.
“Ese tipo era un enviado del
que te conté (el Diablo), desde ese día me volví más creyente que nunca y todos
los días rezo el rosario”, finaliza la abuela.
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