miércoles, 11 de mayo de 2016

El espíritu bueno y el espíritu malo (Parte III)

Tras pensar que el fuerte episodio de los espíritus había llegado a su fin, los jóvenes continuaron con sus actividades evangelizadoras.
Una mañana emprendieron una caminata hacia un grupo de viviendas, cuando iban por un sector especialmente recóndito la joven que veía los espíritus se empezó a sentir mal, tuvo que sentarse en una piedra para recobrar el aliento y seguir caminando.
“Empezamos a caminar más lento para que nuestra compañera no se cansara. Hubo un momento en que ella se me acercó y dijo: Nos están siguiendo. Cuando yo giré mi cabeza para mirar atrás, la vi. Era una mujer vestida de negro, con el cabello oscuro, tenía la mirada fija en el piso y no le pude ver el rostro. La sensación de escalofríos que sentí fue muy fuerte. Mentalmente empecé a orar para que ese espíritu malo se alejara”, narra Wil, coordinador del grupo de jóvenes.
“Todos los muchachos se detuvieron pero no veían nada, solamente la muchacha y yo podíamos ver a la mujer. No sé qué pasó, si serían mis oraciones o qué, pero el espíritu se fue alejando. Yo rogaba no volverlo a ver, pero no fue así”.
“En la noche cuando rezábamos el rosario mi amiga se desmayó, cuando volvió en sí nos contó una escalofriante escena: Había visto a la mujer en el infierno, rodeada de hombres que le gritaban cosas horribles”.
“Todos nos aferramos a la oración, era nuestro último día. Nos sentíamos aliviados. Nunca nos imaginamos que ese espíritu iba a seguir con nosotros, incluso hasta poner nuestras vidas en riesgo”, comenta Wil. Continuará...

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